Patricia empezó a descender las escaleras apoyada en el pasamanos sin saber si podría llegar hasta la planta baja sin tropezar y caer rodando escalones abajo.
Si caminar con zapatos con tacón de diez centímetros es burlarte de la gravedad, si añades otros cinco centímetros de plataforma, ya tienes el carnet de funambulista.
Todo el equipo estaba pendiente de ella, pero sabía que ellos no estaban pendientes de su titubeante descender y no podría esperar...
martes, 21 de diciembre de 2010
CAUDIONA (7)
Posted by Ginés Linares on martes, diciembre 21, 2010 with No comments
7.
Tosí sintiendo como mi garganta arrastraba miles de agujas de hielo por mi boca. Mi barba crujió bajo la tela cuando despegué mis labios. El aire estaba espeso y enrarecido.
La oscuridad era absoluta. Abrí los ojos sintiendo como el hielo alrededor de mis párpados se quebraba y se clavaban en mi piel.
Probé a mover los brazos y las piernas y, aunque al principio se negaron a colaborar, respondieron con dolorosos y lentos crujidos, casi ahogados...
CAUDIONA (6)
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6.
Me ceñí aún más al cuerpo de mi hermana sobre el lomo del monstruo mientras sufríamos los furiosos embates del viento huracanado. Durante nuestro alojamiento el tiempo había empeorado bastante y fuertes ventiscas que traían consigo grandes nubes de nieve compacta zarandeaban con poderoso ímpetu el vuelo de la bestia.
Caudiona gritaba de vez en cuando algo pero era incapaz de entender lo que decía. El calor que desprendía la bestia parecía doblegarse...
CAUDIONA (5)
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5.
—¿Tanto he cambiado, Braco, cómo me ves? —musitó mi hermana mientras aposentaba su mejilla sobre mi pecho.
—Eres mi hermana.
—Acabas de yacer conmigo, Braco. No puedes escudarte en nuestro parentesco.
—¿Por qué lo has buscado? —pregunté refiriéndome a nuestra unión incestuosa mientras peinaba entre mis dedos sus cabellos dorados.
—Te reconocí cuando os vimos desde el aire. Además, era la hora de cenar.
La miré confuso, sin entender.
—Nos alimentamos...
CAUDIONA (4)
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4.
Accedimos a una amplia sala donde la bestia se tumbó y nos bajamos. El suelo era de piedra al igual que las paredes. Grandes bloques pétreos apilados sin argamasa y de abombados salientes constituían la amplia pared circular que delimitaba la estancia. Otras dos bestias como la nuestra se agazapaban en un extremo de la sala, con las alas plegadas y la mirada fija en nosotros. Un grupo de sirvientes se ocupaban de las bestias y varios de ellos...
CAUDIONA (3)
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3.
Las torres se levantaban sobre los salientes rocosos del pico más alto. Era una estructura formada por varios faros aposentados sobre los riscos, comunicados entre sí por puentes colgantes. Cada torre poseía en el embudo invertido que formaba su cúspide un estandarte y todos ellos, largos y oscuros, restallaban lejanos en el aire como látigos que añadían a los vientos ululantes de aquellas alturas una siniestra comparsa a modo de música.
Bernilius...
CAUDIONA (2)
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2.
Cuando llegó el alba habíamos puesto suficiente distancia entre nosotros y aquel pueblo para preocuparnos de ser perseguidos.
Nuestro destino estaba al norte, siempre al norte, más allá de los soportables páramos, en busca de las picudas montañas nevadas que se alzarían en el horizonte varias jornadas más tarde.
Mi montura pronto acusó la pesadez de mi cuerpo y se agotó en el tercer día. Por suerte había robado en previsión de aquella inevitable...
CAUDIONA (1)
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PRÓLOGO
La mujer saltó dolorida de la cama y cuando iba a echar a correr fuera de la alcoba, pero se detuvo y se giró unos instantes a contemplar al gigante extendido sobre la cama.
Parecía plácidamente dormido.
Estaba desnudo, igual que ella. El tamaño de la cama era desmesurado. Si se colocaba a la altura de los pies, como él, podría aposentar su cabeza entre su pecho, como había hecho durante el rato en el que se quedó dormida.
Debía marchar,...
CLIENTES
Posted by Ginés Linares on martes, diciembre 21, 2010 with No comments
Una ligera brisa se cuela por debajo de la minifalda y me asciende hasta la ingle. Cruzo las piernas embargada por una repentina necesidad de mear. Cuando me entra frío en los bajos me entran las ganas de mear, es matemático. Agradezco el vello que me cubre el sexo. Quizá por esa razón los humanos hemos conservado el vello en las zonas más delicadas de nuestros cuerpos. Hace tiempo leí en una revista, no sé si era Muy Interesante o Quo, creo que...
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