
Susie
resbaló hasta quedar sentada, apoyada en el mamparo de proa de la
sala de víveres. Colocó junto a ella el rifle de positrones cuyo
extremo aún estaba al rojo vivo. Se limpió con un jirón de su
camiseta la grasa negruzca que cubría su cara y que irritaba sus
ojos. El dolor punzante de su costado derecho volvió a hacerse
presente, así como el de su rodilla izquierda,...