
Sucedió de repente.
Un instante antes o uno después y su vida habría continuado igual. ¿Lo que dura
un parpadeo? No, quizá más. Un segundo. Sí, solo eso.
Su vida entera
cambió en un escaso segundo.
Agustín levantó la
mirada y captó ese segundo mágico en el que la parte superior del bikini de la
vecina no consiguió sujetar el bamboleo del contenido y los grandes pechos...