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sábado, 12 de octubre de 2013

VIAJE EN EL TIEMPO

Contemplo mi taza de café mientras decido si estoy preparado para viajar atrás en el tiempo.

Mi novia, o la que será mi novia, tiene nombre de puta: Amber. Sé poco más de ella. Veinte y pocos años, sonrisa bonita y ojos grandes y expresivos. Muy dada a la risa fácil pero con una mirada inteligente que brilla tras el flequillo de su cabello cortado a cazuela. Curvas pronunciadas en su cuerpo sin llegar al exceso. Dedos ágiles, uñas cortas. Es todo lo que sé de ella.

La he conocido hace pocos minutos, en el bar del polígono donde habitualmente me tomo un café antes de continuar en la fábrica. Amber, tal y como la llaman sus amigas, está sentada junto a ellas en una de las mesas junto al ventanal. Es guapa, muy guapa. Se ríe fácilmente, tapándose la boca cuando sus carcajadas suben de tono. Se levanta más tarde de su silla y camina hacia los servicios. Tengo tiempo de ver su bonita figura pasar por delante de mí.

-Hola, Amber. Cuánto tiempo sin verte.

Se detiene a mi lado. Me mira entornando los ojos, todavía con la sonrisa en sus labios. Intenta recordar de qué me conoce.

-¿Nos conocemos?

-Claro. Me llamo Juan. ¿Ves? Ya nos conocemos.

Su sonrisa muere mientras nos miramos fijamente. Sus ojos escudriñan mi cara. No avanzan más allá de mi cuello pues el mono amarillo del trabajo no ofrece demasiado interés.

-Bueno, encantado de conocerte, Juan. Adiós.

Me levanto del taburete cuando Amber sigue caminando hacia los servicios, dando por finalizada nuestra conversación.

-No, espera, Amber. Perdona si te he incomodado. Solo quería conocerte.

-Ya nos hemos conocido, Juan. Adiós.

-Pero…

Amber se gira y me dedica una sonrisa.

-Oye, Juan, no creas que no me siento halagada. Has intentado ligar conmigo. Eres majo, atrevido y no estás mal. Pero no estoy interesada. Prueba con otra. Y, ahora, disculpa pero me temo que lo nuestro se ha acabado.

Al cabo de cinco minutos sale del servicio. Pasa por mi lado y no me mira, como si fuese transparente. Está seria pero recupera su bonita sonrisa al sentarse junto a sus amigas. Piden la cuenta y salen del bar.

Entonces, el camión las atropella.

Ocurre en poco más de un parpadeo. Se las lleva por delante. A ella y a sus dos amigas. En el bar algunos chillan y alguien pide que se llame rápido a emergencias.

Salimos a la calle en tromba.

Los tres cuerpos están tendidos en el suelo. La sangre se esparce con rapidez sobre el asfalto. Los miembros están doblados, aplastados y seccionados. El cabello de Amber está apelmazado, empapado de líquido rojo que fluye de su cuello.

Alguien grita que es enfermero, que nos apartemos y las toma el pulso. El del camión, que ha detenido el vehículo a los pocos metros, llega corriendo y se lleva las manos a la cabeza mientras abre los ojos. Se ve terror, horror, miedo en su mirada. El conductor se echa a llorar mientras no deja de sujetarse la cabeza.

Las tres están muertas. Amber está muerta.

Vuelvo al bar y, no hay nadie a mi lado, no hay nadie dentro del bar. Me siento en el taburete y contemplo mi taza de café.

Tengo el estómago revuelto. No he vomitado, como algunos clientes del bar ahí afuera. Quiero viajar atrás en el tiempo y salvar a Amber, a esas chicas. Sus vidas no pueden acabar así, en un accidente estúpido y sin sentido. Yo puedo hacer algo.

Pero, cuando realice el viaje, no recordaré nada de lo vivido. Olvidaré qué me dijo Amber cuando intenté hablar con ella, cuando intenté conocerla. Será todo nuevo.

En realidad no sé si ya he viajado atrás en el tiempo y estoy reviviendo una situación repetida. Quizá Amber haya muerto antes. Una vez, tres veces, diez veces. Y yo sigo queriendo salvarla. Sin éxito.

Pero Amber puede vivir. De nuevo. Aunque solo sean diez minutos, el tiempo desde que me fijo en ella hasta que el camión la mata.

Quiero verla de nuevo sonreír. Quiero ver su pelo fino y oscuro agitarse sobre su cabeza mientras se tapa la boca cuando ríe con fuerza.

Aunque lo cierto es que no podré evitar su muerte.

Todo sucederá igual que ahora. Intentaré charlar con ella. Me rechazará y luego el camión me la arrebatará.

¿Qué es más importante? ¿Recuperar por unos minutos los sentimientos que ha despertado en mí o dejarlo estar?

Quizá esta vez sea diferente. Quizá Amber viva. No lo sé. Nunca lo sabré pues si vuelvo atrás en el tiempo no tendré conocimiento de su muerte en esta realidad.

Ni siquiera sé si puedo viajar en el tiempo. Sé que puedo, pero solo lo sé porque alguien me dijo de pequeño que podía. Nunca lo he podido demostrar. Es difícil cuando olvidas la realidad de la que procedes.

Las sirenas de las ambulancias se oyen a lo lejos. Sigo sentado en el taburete, contemplando mi taza de café.

He tomado una decisión.

No sé si estoy haciendo lo correcto, como tampoco lo sabré si actuase de otra forma. Cierro los ojos y apuro el café mientras aprieto el puño de la otra mano.

Luego salgo del bar y no miro atrás mientras camino de regreso a la fábrica.