¿Quieres dotar a tu relato de un encanto
especial? -El escenario-
Empiezo una serie de
entradas en el blog sobre los detalles que caracterizan a un buen relato de uno
excelente.
Supongamos que terminas
tu relato. Es fantástico, piensas mientras
lo relees, me encanta. Pero, y lanzas un suspiro, me falta algo. Hay algo que no cuadra, le falta chispa, le falta ese toque.
A lo peor, concluyes, todo
es una mierda.
Vale, no nos agobiemos.
Hagamos un repaso:
Escenario
¿Está someramente
descrito o sobran detalles por todos los lados? El escenario de un relato, por
regla general, no debe ocupar en su descripción más que el espacio justo, las
palabras exactas. Si quieres que el tragaluz de una buhardilla muestre una luz
cenital que será importante para dar color al relato y que servirá para el argumento, ponlo. Si la buhardilla no
será más que un lugar de paso, ni siquiera hará falta que describas su
contenido. Recuerda: cuando dices buhardilla todos nos formamos una imagen. Y
con eso basta si no necesitas más.
No detalles más de lo imprescindible. Solo lo que sirva. Nada más. Tienes que jugar con lo que el lector sabe. Y con lo que no sabe, pero debe conocer.
Un ejemplo:
Cuando decimos “mar”,
todos sabemos qué es. Si quieres, sin embargo, un mar embravecido, tendrás que
describir cómo de revuelto está o, Y ESTA ES LA CLAVE, que efectos produce en
el personaje o en un objeto. Observa:
“El mar estaba revuelto,
olas de considerable tamaño se alzaban ayudadas por el viento, que era frío e
indomable”.
Compáralo con:
“El mar revuelto zarandeaba
nuestra barca, propinando golpes peligrosos, eliminando cualquier estabilidad.
Tenía miedo de caer al agua. El viento, además, azotaba mi cara con bofetadas
de espuma, saladas y frías”.
Seguro que ahora lo ves todo más claro, ¿a que sí?
En la próxima entrada
del blog miraremos cómo están los personajes.
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